Del Mar Menor
Julio Mas Hernández a Europa Press
ANTETÍTULO: Es un
proceso que lleva muchos años interaccionando con el ecosistema lagunar, de
hecho hemos recuperado un documento de 1980 de unas Jornadas que se realizaron
en el Centro Oceanográfico de Murcia, que fueron inauguradas por el entonces
Presidente del Consejo Regional de Murcia (todavía no había Estatuto de
Autonomía de la Comunidad Autónoma de Murcia)) Andrés Hernández Ros,
recientemente fallecido. Y en ellas, hace ya 36 años, se advertían de los
problemas de la laguna y las previsibles repercusiones que la agricultura
tendría sobre el equilibrio ecológico del Mar Menor.
TITULAR: Julio Mas del Instituto Español de
Oceanografía (IEO) sostiene que la agricultura "influye en la calidad del
agua, en el equilibrio y en el ecosistema marino del Mar Menor", además de
esta cuestión y de los contaminantes de otros orígenes, de la modificación del
la línea de costa y de otros muchos impactos, también tiene otros problemas a
más largo plazo de los que en muchas ocasiones no se les da la importancia
adecuada, quizás porque hay más urgencia por otros, pero que sin duda influirán
en su futuro.
SUBTÍTULO: Se
enfrenta a otros dos problemas de futuro, al menos uno es la colmatación o la pérdida
de capacidad de embalse de la laguna y el otro es la elevación del nivel medio
del mar, por el efecto del
calentamiento global del planeta, con lo que al final de siglo podría
estar en verdadero peligro.
El Mar Menor tiene
un problema asociado, "y es que es el fondo de la cuenca del campo de Cartagena",
que pasó de ser un territorio de secano a ser una zona donde se producen muchas
cosechas al año, y esos abonos y tratamientos fitosanitarios acaban en el mar,
además de otros muchos productos generados por la actividad de la propia
sociedad.
Por lo que, según
asegura en declaraciones a Europa Press el investigador del Instituto Español
de Oceanografía, Julio Mas Hernández, "la agricultura influye en la
calidad del agua, en el equilibrio y en el ecosistema marino del Mar
Menor". Aunque, "es un proceso que lleva muchos años produciéndose y
consolidándose", de hecho éstas son cuestiones que ya se ponían de
manifiesto en la década de los 80.
Además del problema
de los vertidos a gran escala de los nutrientes (básicamente los abonos que
proceden de sales de nitrógeno y fósforo) y pesticidas, aparecen otros contaminantes
nuevos, considerados como emergentes como los fármacos y las hormonas. Este
tipo de sustancias que no pueden ser eliminadas o lo son difícilmente, por los
sistemas de tratamientos habituales, tanto en los sistemas de depuración, como
en el metabolismo de muchos de los organismos del ecosistema.
A ello se une el
que hay una reducción de los sistemas de contención del terreno en su cuenca,
ya que se han eliminado esos muros de contención que frenaban el paso de los
sedimentos sólidos al Mar Menor para facilitar la automatización de la
agricultura en sus márgenes. Por lo que cada vez que llueve, entra una gran
cantidad de sedimentos sólidos a la laguna, "que, aparte de provocar esa
turbidez, ocasionan que cada vez el Mar Menor sea menos profundo y tenga una
menor capacidad de embalse", recordando, al respecto, que es un mar
cerrado y por lo tanto con menor capacidad de renovación de sus aguas. Y que
los otros grandes responsables de la falta de transparencia del agua, sean la
proliferación de fitoplancton y la resuspensión del sedimento por el viento.
Los efectos
conjuntos de la introducción de sedimentos, la resuspensión de los mismos y la
eutrofización de la columna de agua, por el exceso de nutrientes, alteran el
equilibrio natural del ecosistema. Por una parte esta alta concentración de
nutrientes favorece la producción primaria del fitoplancton. Se trata de algas
unicelulares, que en función de las condiciones ambientales se sucede la
dominancia de unas especies o de otras, como las diatomeas, que pueden ser
sustituidas por dinoflagelados. Estos últimos, en determinadas condiciones,
pueden generar toxinas, que a su vez son susceptibles de ser incorporados a
otros elementos de la cadena trófica, como los organismos filtradores.
También
hay que resaltar que este proceso de tantos años, ha acumulado enormes
cantidades de nutrientes en el fondo del Mar Menor, en parte retenidos por
diferentes compartimentos, como por ejemplo la pradera de Caulerpa prolifera (también conocida como "oreja de
liebre"), que si en algún momento estuviesen disponibles en la columna de
agua por el viento u otros agentes, aumentarían de una forma muy notable la
producción primaria y la turbidez de sus aguas.
Otro problema
añadido con el que se encuentra el Mar Menor, según el investigador del IEO, es
la contaminación atmosférica procedente de Cartagena y del Valle de Escombreras
o los antiguos vertidos mineros. Sobre todo de la rambla del Miedo, la del El
Beal y las que se encuentran próximas a Los Nietos, Ponce y la Carrasquilla, y
que proceden directamente de la sierra minera de Cartagena-La Unión.
PROBLEMATICA DE
FUTURO
Pero el Mar Menor
se enfrenta a otro problema futuro, ha subrayado, que es el calentamiento del
planeta y la elevación del nivel medio del mar, que afectaría, especialmente, a
la laguna al ser una costa muy baja y arenosa, "con lo que en los últimos
50 años de este siglo podría estar en verdadero peligro". Son diferentes los
horizontes temporales contemplados, en función de la eficacia y de las medidas
que se tomen sobre el calentamiento global (como ejemplo se calcula que una
elevación de 1mm, anegaría más de 1 metro lineal de costa, con las
incertidumbres anteriormente comentadas). Un informe sobre estas cuestiones de la propia Comunidad
Autónoma de la Región de Murcia documenta (con datos del propio IEO) una
elevación de 12 cm del nivel medio del mar por expansión térmica en las costas
de la Región entre 1944 y 2010. Algunas previsiones dan aproximadamente 50 cm.
de elevación de este ciclo para los últimos 50 años del siglo, lo que
conllevaría una regresión previsible del litoral en ambos sentidos de La Manga
de más de 20 metros.
Con los efectos del
cambio climático, el mar Mediterráneo "podría romper la barrera que separa a ambos mares y el Mar Menor
pasaría a ser una bahía, dejando de ser la laguna salada que conocemos con sus
peculiares características y su relativo aislamiento, para intercambiar aguas,
igualándose sus condiciones físico-químicas como temperatura y salinidad, y sus
especies asociadas a las del Mediterráneo".
ECOSISTEMA COMPLEJO
El Mar Menor es un
ecosistema complejo, "es el fondo de una cubeta geológica, el Campo de
Cartagena, al que le están entrando gran cantidad de elementos de distintos
frentes a través de las ramblas o de la contaminación de los acuíferos",
ha enfatizado Julio Mas a Europa Press.
Un proceso "al
que no se le han puesto limitaciones ni soluciones", ha lamentado,
"de hecho la agricultura ha ido incrementando, por ejemplo, su
actividad", por lo que, en su opinión, "y teniendo en cuenta su
estado actual y los problemas ambientales que tiene", es el momento de
"reflexionar, de proteger el Mar Menor bajo una serie de figuras reales y
de revisar la Ordenación del Territorio y de sus sistemas productivos, de manera
que unos sean compatibles con los otros".
Pues, ha sostenido,
"de seguir así, el estado de la laguna puede afectar seriamente al turismo,
al ocio, a la gastronomía, a la pesca y por supuesto al propio ecosistema",
con lo que las condiciones del Mar Menor pueden pasar a ser "mucho menos
apetecibles para actividades como el baño o el turismo en general, descendiendo
en un porcentaje muy alto", como se observa especialmente en esta
temporada.
Así propone
intentar recuperar su equilibrio, "pues estamos llegando prácticamente al
límite, ya que va a ser un problema de tiempo", a pesar de ello, el
experto confía en la recuperación del Mar Menor, que siempre ha sido capaz de
regenerarse después de estados de estrés ambiental. Aunque, también señala, es
cierto que nunca antes lo habíamos visto en una situación tan extrema como en su
estado actual.
Entre las medidas a
tomar, subraya, el vertido cero, ni ramblas, acequias ni pluviales, "no
debería llegar ningún aporte externo al Mar Menor", canalizar los residuos
de las desalinizadoras a través de conducciones para que sean derivados
"nunca en el Mar Menor", y que pudiesen ser eliminados mediante los
tratamientos adecuados, que ciertamente ya existen. Poner en marcha los filtros
verdes, "pero un tratamiento integral, en las fuentes de contaminación de origen,
que serían las fincas de cultivo, absorbiendo los excesos de nutrientes donde
se están produciendo". Otras posibilidades de depuración a través de otras
especies vegetales que son capaces de absorber los metales pesados del
sedimento (ya usados en el caso de los lodos de Doñana), así como otras
alternativas que nos ofrece la actual tecnología.
Una serie de
medidas "que se deben hacer de forma conjunta, tratando al Mar Menor como
un ecosistema integral y lo antes posible", de tal forma que "el
propio Mar Menor absorbiese el exceso de nutrientes que tiene, recuperara la
transparencia y comenzase un proceso de regeneración, como el que en otras
ocasiones ha sido capaz de efectuar", ha concluido.