INFRAESTRUCTURA SOCIAL VERDE

Francisco Robledano Aymerich
Profesor del Departamento de Ecología e Hidrología. Universidad de Murcia

A la vuelta del V Congreso de la Naturaleza de la Región de Murcia y II del Sureste Ibérico, me pide el cuerpo escribir sobre infraestructuras verdes. Con el foco en el Mar Menor, sin duda, pero con una perspectiva más amplia. Con la que nos da el lema del congreso: Infraestructuras verdes: Gestión y restauración en ambientes semiáridos

Con las imágenes todavía frescas de la excursión a un río Segura otoñal pero en pleno rejuvenecimiento, a través de innovadoras iniciativas de restauración, primero funcional (eliminación de barreras a su conectividad longitudinal) y luego estructural (recuperación de los hábitats de ribera), a través del Proyecto LIFE Riverlink, al que le sigue de cerca su proyecto hermano RIPISILVA, miro hacia el Mar Menor, y me doy cuenta de que ha tenido menos protagonismo en este congreso del que se cabría esperar. Cierto es que se ha hablado mucho de él desde el pasado verano, tanto a nivel institucional como científico y técnico. Y no menos cierto es que esta misma semana volveremos a la carga con las Jornadas sobre el Pacto social por la laguna. Pero a uno le hubiera gustado que en un congreso sobre infraestructura verde se hablara más de un sistema tan necesitado de ella como es nuestro Mar Menor.

Si algo he aprendido de este Congreso, además de asistir a un escaparate de la ciencia, ciudadana y académica, regional y del Sureste (contar con la presencia de insignes representantes de nuestra autonomías vecinas, como Jordi Cortina o Juan Mota, ha sido un lujo), es la necesidad de colaborar con el conjunto de la sociedad para lograr nuestros objetivos de conservación y restauración de la biodiversidad. No ya porque los enfoques investigadores sean ahora más socio-ecológicos que puramente ecológicos (aunque sigamos necesitando naturalistas puros, científicos de campo, taxónomos y otras “especies” en peligro de extinción). Si no porque las experiencias de conservación que realmente funcionan son aquéllas en las que la sociedad en sus distintas formas de organización “natural” (desde ciudadanos particulares y familias, hasta asociaciones y redes de intercambio) cooperan desde unos objetivos consensuados y una sensibilidad compartida.

Lo he visto en el Río Segura y me gustaría verlo (más) en el Mar Menor. Me consta que hay iniciativas encomiables en torno a especies, hábitats y paisajes concretos, y también que hay en los organismos públicos implicados, profesionales concienciados y capaces. Pero creo que todavía hace falta un salto cualitativo, algo que permita una mayor implicación y participación de todos los sectores, que posibilite tejer una infraestructura social verde en torno a la conservación de la laguna. Seguro que este Pacto será un primer y sólido paso, pero no he querido dejar de trazar un paralelismo entre el Segura, donde se ha empezado por mejorar la calidad del agua, se continua intentando favorecer su funcionamiento y calidad estructural, y se camina hacia la integración de ambos aspectos con una red social cada vez más comprometida y activa, a través de la custodia del territorio, la restauración participativa, o el seguimiento y vigilancia ciudadana de impactos e invasiones biológicas, entre otros aspectos.

Al Mar Menor, mientras tanto, parece haberle llovido un “Plan Marshall”, en forma de Inversión Territorial Integrada que, con dosis equilibradas de ingeniería e infraestructura verde -ya veremos si realmente es así-, podría llegar a anestesiar la presión social y la necesidad de invertir en otras muchas actuaciones, ambientales, culturales y sociales, para llegar a cotas similares de mejora de la calidad ecológica y patrimonial a las que va aproximándose nuestra arteria fluvial.

Ojalá que el Pacto posibilite todo esto. Necesitará para ello unas raíces sociales profundas, algo más que el manifiesto de unas élites.

Y ojalá que en el próximo congreso de ANSE (gracias compañeros, por cuatro días enriquecedores) podamos contarlo.

Francisco Robledano Aymerich
Profesor del Departamento de Ecología e Hidrología, Universidad de Murcia