PACTO POR EL MAR MENOR

Ramón Murcia

Somos muchos a quienes nuestros padres nos trajeron al MAR MENOR cuando éramos niños. Somos muchos los que trajimos a nuestros hijos, cuando eran niños, a educarse en el MAR MENOR, a disfrutar con sus aguas trasparentes, cálidas y salinas. En el MAR MENOR aprendimos y aprendieron a querer al MAR y a la naturaleza en general.

Por ello no podemos seguir callados ante un deterioro lento pero progresivo que en unos años imposibilitará que los hijos de nuestros hijos gocen y amen a la naturaleza como nosotros hemos podido hacerlo durante muchísimos años. No podemos seguir callados y robarles a nuestros nietos algo que si nuestra generación no hubiera callado podrían disfrutar y trasmitir a sus hijos y nietos. El MAR MENOR está MURIÉNDOSE lentamente y todos los años por el verano somos testigos MUDOS de la preparación de esa MUERTE ANUNCIADA. Otros muchos que viven en su ribera son testigos permanentes de la misma. Ya en el año 2008, en el periódico la Verdad se señalaba que “La contaminación del Mar Menor por nitratos supera hasta en veinte veces la norma europea". Este verano en el periódico La Opinión, uno de los grandes investigadores sobre el Mar Menor lanzaba el mensaje de que “El Mar Menor está al borde de la muerte”.

A mediados de cada verano, allá por mitad de julio, empiezan a aparecer en los medios de comunicación noticias sobre los problemas que encuentran los que se acercan a esta laguna salada, paraje emblemático de la región de Murcia y de la Península Ibérica, única, de sus características, en todo el continente europeo.

Pasan los días y las noticias se suceden, hasta que, a principios de la segunda semana del mes de agosto, las quejas van en aumento, las cartas a los periódicos comienzan, las manifestaciones de las personas que año tras año vienen de todas partes de España se hacen visibles, surgiendo voces de que al año siguiente, si sigue el problema así, no volverán (¡Cuánto costará la campaña de promoción para la recuperación de la imagen perdida!!). Ello provoca una reacción, normalmente muy tibia, de las distintas instituciones públicas (pocas, por no decir ninguna, de las privadas…), manifestando que el problema es complejo, que posiblemente el cambio climático, las depuradoras, los abonos…, pero que los remedios ya se han adoptado. Se acaba el verano, la gente se reincorpora a sus ciudades, a sus trabajos, los picores y las molestias desaparecen y algunos enfados se pasan poco a poco hasta que entra el otoño y después el invierno. Y así continúa el lento proceso, cada vez más acelerado, de la MUERTE DEL MAR MENOR.

Durante el resto del año las causas que provocan el deterioro irán aumentando, fortaleciéndose, y acercarán al MAR MENOR a ese punto en el que los científicos dicen que es irreversible su transformación, que aun cuando se adopten medidas el MAR MENOR será otra cosa: le habremos robado a los hijos de nuestros hijos lo que recibimos de nuestros padres.

No podemos esperar a que sean los cientos y miles de compatriotas de otros lugares de nuestro país, que vienen todos los veranos a visitarnos y a compartir mañanas y tardes de baños viendo salir y alejarse el sol, quiénes nos solucionen el problema, los que exijan medidas, los que amenacen con no volver y, por tanto, también acaben con la tremenda riqueza económica que supone el MAR MENOR (¡¡Cuántos puestos de trabajo se perderán si el MAR MENOR se convierte en un MAR MUERTO!!). Los que vivimos aquí, los que recibimos esta obra de la naturaleza de nuestros antepasados, los que sabemos que el MAR MENOR es NATURALEZA, supone CULTURA, y también ECONOMÍA, riqueza, tenemos la obligación MORAL y CONSTITUCIONAL de impedir su MUERTE.

No podemos aceptar impasibles que sigan sin decirnos POR QUÉ SE MUERE el MAR MENOR. No podemos aceptar impasibles que se pongan redes que nos enjaulan y que al reducir la visualización impactante del deterioro permiten mantener su progresiva enfermedad (como el fármaco que elimina la fiebre, pero no la infección que día a día aumenta). Para exigir que se adopten urgentemente las medidas necesaria necesitamos saber y conocer, y para ello tenemos a nuestro lado nuestra Constitución y el Tratado de la UE.

Los que amamos el MAR MENOR, los que sabemos de su incalculable VALOR AMBIENTAL, ECONÓMICO (Florencia todavía vive de respetar lo que hicieron sus antepasados en el Renacimiento), no podemos seguir callados, esperando que pasen los meses, que llegue un nuevo invierno, dejando otra vez al MAR MENOR solo con su enfermedad, impasibles ante su envenenamiento progresivo.

Exijamos, una vez más, que nos digan las CAUSAS (el año pasado en las espléndidas jornadas del centenario del IEO ya se dijeron con claridad y sin la necesaria trascendencia social, CIENTÍFICAS, RIGUROSAS, OBJETIVAS, CONTRASTADAS de la progresiva MUERTE DEL MAR MENOR. No queremos seguir siendo CÓMPLICES con nuestro silencio de la IGNORANCIA, INSENSIBILIDAD o IRRESPONSABILIDAD.

Por todo ello un grupo heterogéneo de diferentes profesiones, distinto pensamiento político, jóvenes, mayores y entidades de diversa índole, hemos formado una plataforma denominada PACTO POR EL MAR MENOR, y organizado unas jornadas que se celebraran el 30 de noviembre y 3 de diciembre, con diferentes ponencias y mesas redondas tituladas:

I. EL MAR MENOR. HISTORIA Y EVOLUCIÓN.

II. EL MAR MENOR Y EL DERECHO.

III. EL MAR MENOR Y LA ECONOMIA.

IV. EL MAR MENOR Y LA SOCIEDAD CIVIL

V. EL MAR MENOR Y LA CIENCIA.

VI. EL MAR MENOR Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS (Se han invitado a representantes de cada uno de los segmentos referidos.)

Quizá el MAR MENOR espera que tengan éxito las Jornadas, porque quizá sea de las últimas oportunidades que se presenten para que su enfermedad, su lenta destrucción y agonía, empiecen a remitir. Si no asistimos, si no escuchamos lo que se va a decir, si no exigimos soluciones, si no ponemos los remedios necesarios, podría suceder que el año que viene las aguas de nuestro PEQUEÑO MAR no nos puedan recibir, y eso sería imperdonable y, desde luego, estoy seguro de que no nos lo perdonarán las generaciones futuras.


Ramón Murcia. Noviembre 2015.